Así se veía mi mesa una noche antes de salir a Oaxaca. Sabía desde meses antes que me iría en diciembre a hacer este proyecto, por lo que recolecté la mayor cantidad y variedad de rollos que pude. En esta tarea fue fubdamental la pandilla de @kyoskko , se rifaron con unas joyas como los Vision 500T y su propia carga edición especial navideña (que dio unos colores hermosos!), además de los Portra 160 caducos. También encontré en un viaje previo unos Kentmere de Ilford. De cámaras me llevé las de batalla: la Canon eos1V y la 35ML, una profesional y la@otra p&s. Iban también la Hasselblad (con la que tiré 120 y 35mm), la Nishika y la Holga adaptada para 35mm. Este proyecto incluye además de fotos, una serie de videos que funcionarán como instalaciones (cuando se logre montar la Expo) con una narrativa muy particular, durante este especial publicaré algunos. Para esto me llevé la 5D Markiii (aunque sólo la usé en la celebración de Año Nuevo porque no había nada de luz en la calle), la Flip mino y mi iPhone con lentes @moment. Llevé también una cámara VHS de JVC pero nunca jaló y no la pude usar. Llevaba mi case Pelican lleno de pilas, cargadores y todo lo de arriba, así como mi mochila Chrome para tener todo a la mano. La música del camino (y del viaje en general) fue también de lo más importante. Mañana les contaré de eso.

Días antes del viaje volví a ver ‘Elizabethtown’ porque siempre habían querido hacer un viaje en carretera en el que hiciera una especie de mapa musical, y este viaje fue el indicado. Cómo buen road trip, la música era un personaje importantísimo de todo este viaje. Yendo solo, estas canciones y discos serian mis acompañantes, los que me harían reír, cantar, llorar, con los que caminaría por horas. Desde muchos días antes estuve armando la lista, en realidad hice varias: una con discos completos, otra con canciones seleccionadas, otra para cantar en la carretera, otra para caminar y una que estaba haciendo para alguien. Además escuché varias listas que tenía de otros viajes y momentos. Aquí están (casi) todos los artistas que de alguna manera estuvieron presentes y me acompañaron, algunos con discos completos, otros con canciones individuales. Después les contaré qué momentos en particular estuvieron fondeados con qué música.

Así se veía la carretera empezando el viaje. Apenas la primera caseta y el primer momento en el que me di cuenta que en verdad estaba sucediendo. Me fui de casa de prisa, molesto por alguna estupidez sin importancia y me tardé todo el trayecto en el que crucé la ciudad para poder darme cuenta de que estaba realizando este proyecto. Me dieron ganas de hablar por teléfono para disculparme por mi terrible actitud, pero decidí esperar hasta llegar. Esa sensación de darte cuenta de tus errores y de cómo por un instante pierdes el foco de lo importante, es horrible. Aquí empezaba el camino en carretera más bello que he vivido. Agregué algunas letras de canciones que según me acuerdo sonaban en ese momento y en algunos previos.

Esta fue la primera parada del camino. Desde el momento en que decidí que quería tener la libertad de hacer las paradas que quisiera, supe que tendría que ser un viaje que haría solo o con personas que entendieran esto, más circunstancias hicieron que me fuera solo y fue lo más disfrutable del mundo. Ir a mi ritmo, con la música al volumen que quería, cantando y realmente disfrutando el paisaje. Aunque por el otro lado, yendo solo no tienes con quién rebotar ideas entonces se vuelve un espiral de pensamientos, por momentos eran planes, deseos por cumplir, otros eran más recuerdos de errores y planes fallidos, así todo el tiempo. La primera parada fue en un puente peatonal donde se apreciaba brutalmente el Izta, el puente ademas tenía una estructura particular y me llamó mucho la atención. A pocos metros de ahí, estaba a la orilla de la carretera este caballo. Me acerqué lentamente para contarle un par de cosas y que fueran nuestro secreto, ahí descubrí que era yegua, porque sus ojos me transmitieron mucha paz.

Toñita era muy religiosa, todos los días rezaba, los domingos iba a misa y en su casa había imágenes de vírgenes, cristos y santos. En esa casa crecí, junto a esas imágenes y creencias. Desde entonces, cuando veo una Virgen de Guadalupe pienso inmediatamente en la escalera de casa de mi abuela, y relaciono la imagen de “La Morenita” con mi morenita, y aunque mis creencias religiosas son muy distintas a las de Toñita, cuando estoy frente una imagen así siento que la veo dándome su bendición, como lo hacía cada vez que me despedía de ella.

Los cementerios siempre me han gustado. Estéticamente me parecen muy bellos y siento que envuelven demasiadas emociones y recuerdos. Este me lo encontré a la orilla de la carretera y obviamente iba a ser una parada obligada. Desde arriba se apreciaba perfecto todo, las cruces, lápidas y mausoleos. A muy pocos metros estaba el otro altar con las flores falsas, me imagino que como toda cruz sobre la carretera, era de alguien que murió ahí. ¿Habrá sido cruzando a pie? ¿En un accidente en bici o auto? Esas son las preguntas que por lo general me hago cuando veo algo similar. Toñita murió un año antes de que yo hiciera este viaje. Desde ese día, cuando veo una cruz o un altar o alguna representación similar, me acuerdo de su entierro, de mis tías cantando, del llanto de mi madre y mio, de la música que cuasi silenciosamente puse en mi teléfono mientras esto sucedía. 

La última parada antes de llegar a Nochixtlán fue en un mirador para ver este atardecer. Me acuerdo que sonreí demasiado mientras se oscurecía el paisaje, fue el momento en el que me di cuenta que lo había logrado. Que estaba por fin realizando el viaje y el proyecto que tanto tiempo había planeado.

Iba muy feliz cantando, observando ese cielo en un tramo de la carretera que es de subida y es un carril de ida y uno de regreso, cuando vi que se aproximaba una bahía (después vi que era un mirador). Me estacioné, agarré las cámaras y caminé hacia el punto más alto del mirador. Estuve parado ahí un rato, mientras veía cómo se ocultaba el sol. Me pareció demasiado simbólico que está fuera la última parada (aunque en ese momento yo no lo sabía). Cuando vi las fotos reveladas, inmediatamente recordé cada minuto que estuve parado ahí.

Llegué a Nochixtlán y lo primero que hice fue encontrar el hotel donde me iba a quedar. Lo había encontrado en línea y tenía una vaga idea de qué esperar. Dejé mis cosas y me fui directo a “el pueblo”, como le decía mi abuela. Sinaxtla está a@menos de 10 minutos en auto de Nochixtlán. Llegué y encontré la iglesia abierta, entré y para mi sorpresa había gente rezando. Cuando terminaron de ponerse de acuerdo para el festejo de Año Nuevo (al día siguiente) me presenté, les dije que mi abuela había nacido ahí y que yo iba a conocer el pueblo. Las señoras que estaban ahí me dijeron que ubicaban a Sebastián (Castellanos, primo de mi abuela) y me invitaron a festejar Año Nuevo. Salí de la iglesia y mientras caminaba escuché el sonido de una Banda tradicional oaxaqueña, seguí el sonido y me encontré con el ensayo de la banda del pueblo; compuesta por niños y jóvenes. Hablé con el maestro y le pedí permiso para quedarme y escuchar. Cuando me despedí, el también me invitó al festejo del día siguiente.